18 abr 2010

Dreams Come True

¿Sis te acordas cuando te escribí este shoot? Creo que fue uno de los únicos que termine para vos pero prometo que ya van a llegar otros.
Espero que todavía te guste...


Sus ojos almendrados, sus labios carnosos y rosados, sus lunares tan apetecibles y su cabello alborotado era lo que observaba en aquella foto que se encontraba en mi computadora. Una vez más me perdía en sus ojos, imaginando que alguna vez todo dejaría de ser tan solo un sueño y él estaría a mi lado o al menos sabría que existo. Sin embargo eso no pasaría, jamás pasaría…
Nada podía evitar que no sintiera cosas por él. A pesar de todo lo que nos separaban mi corazón le pertenecía, así como también mis sueños y, por poco, mi vida; haciendo que dependiera de él. Todo lo que le sucediera me afectaba casi tanto como a él y, en determinadas situaciones eso era sumamente molesto, a tal punto de querer olvidarlo; sin éxito alguno claro esta.
Decidí dejar el masoquismo, por así decirlo, de lado y apague la computadora. Me dirigí al baño para tomar una relajante ducha, intentando perderlo, quitarlo, por una vez, de mis pensamientos. Estaba en mi habitación, recostada en mi cama, contemplando aquella imagen suya que pendía de mi pared, mi atención se centraba en eso y no en lo que ocurría a mí alrededor.
Pronto me quede dormida y desperté por aquellas dulces caricias que le eran proporcionadas a mi mejilla por aquella cálida mano con la que había soñado más de una vez, mis ojos se abrieron lentamente para toparse con los suyos, tan preciosos y brillantes como siempre, sus labios se curvaron en una sonrisa y no pude evitar hacerlo también.
Temía que se esfumara, como en cada sueño al querer tocarlo o acercarme a él, por eso solo me conformaría con observarlo y dejar que él me acariciara. Si esa era la forma de que se quedara junto a mí, al menos mientras dormía, pues la aceptaba. Todo lo que lo mantuviera junto a mí, al menos por un tiempo, era bienvenido.
Su mano se deslizo por mi rostro completo; pasando por mis mejillas, nariz, frente y por último mis labios, que delineo con delicadeza. Era agradable sentirlo, me sentía completa, como si nada malo pudiera ocurrirme a su lado; me sentía segura. Dejo de acariciar mi rostro y entrelazo su mano con la mía, provocando que una corriente eléctrica recorriera mi cuerpo por completo, me sonrió y cerro sus ojos solo un momento. Cuando volvió a abrirlos mantenían ese brillo, lo cual en parte me sorprendió.
– Te ves hermosa – susurro y me perdí en el movimiento de sus labios.
– Tu también Joseph, siempre lo haces – murmure y alargué mi mano hasta acariciar su mejilla – No lo entiendo.
– ¿Qué no entiendes? – inquirió calmado.
– No…no te desvaneces – susurre sumida en mi misma, casi sin prestarle atención.
– ¿Por qué iba a hacerlo? Soy de carne y hueso – comentó.
– Lo se pero…siempre ocurre cuando intento acariciarte…en mis sueños.
– Tú crees que esto es un sueño – lo mire confundida.
– No lo creo, es un sueño Joseph – asegure, aquello era un sueño como cualquier otro.
– Princesa – murmuro calmado – Esto no es un sueño, estoy aquí contigo y tu conmigo.
– Tú quieres que crea eso pero no lo haré. No me lastimare a mi misma.
– ¿De que hablas Tamara? ¿Ya no me amas, es eso? – su rostro mostraba confusión y tristeza.
– Joseph yo…jamás dejare de amarte aunque nos separen miles de kilómetros.
– Es que no nos separa nada – murmuro frustrado – Te demostrare que no estas soñando.
Tomo mi rostro entre sus manos y acerco el suyo más a mi, su respiración chocaba contra el embriagándome por completo. Acaricio mis mejillas y me miro fijo, me perdí en sus ojos casi sin notarlo y volví a la realidad cuando sus labios hicieron contacto con los míos proporcionándoles una justa medida de dulzura.
Nuestros labios se movían a un compás inexistente de la más lenta melodía que alguna vez había oído, en ese beso solo había ternura, delicadeza, dulzura y, por sobre todas las cosas, la más pura de las realidades existente. Estaba segura de que no era un sueño, en mis sueños él…se desvanecía en cuanto nuestros labios chocaban y ahora no había pasado.
– ¿Ahora me crees que no es un sueño princesa? – susurro cuando nos separamos para recuperar el aire.
– Podría creer que aun es un sueño – murmure- Pero de ser así tu ya no estarías aquí, pues eso es lo que pasa en mis sueños.
– Se lo que ocurre, me lo has relatado cada día que pase junto a ti en los últimos dos meses – susurro interrumpiéndome – Y cada vez que lo oigo te digo que no temas, que no iré a ningún lado; al menos no sin ti.
– Te amo Joe.
– También yo mi vida.
Volvió a unir sus labios a los míos llenándome una vez más, haciéndome sentir segura en sus brazos. Se recostó a mi lado y volvió a unir nuestras manos, mientras que con la otra rodeo mi cintura atrayéndome hacia él. No podía dejar de mirarlo, estaba maravillada y no era para menos. Finalmente era mío y nadie cambiaría eso…nunca.